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Venus Márquez y cuando la pandemia le descubrió la bici

Esta líder de San Fernando de Henares conoció a la bicicleta en época de Pandemia, cuando se permitía hacer ejercicio por tan solo unas horas.

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Todo comenzó como empiezan los grandes amores... ¡Por casualidad!

Os pongo en antecedentes...

Nunca he sido una chica deportista, aunque reconozco que siempre me gustó el deporte, nunca fui mas allá de lo que se hacía en el cole. No recuerdo exactamente cuándo aprendí a montar en bici, de hecho, nunca tuve una propia. Sé que de pequeña intenté dar unos pasitos en varias disciplinas, por muchos motivos nunca logré practicar ninguno y ya de mayor no tenía muchas intenciones de empezar con ello.

Lo que nos lleva directos al año 2020 en plena pandemia. Hartos de estar encerrados y con tantas restricciones de movilidad, todos celebramos cuando nos dijeron que íbamos a poder salir de casa al menos unas horas para hacer ejercicio, y, claro, muchos que como yo con más de 40 años nunca habíamos practicado nada, decidimos que algo había que hacer.

Yo cuento con la suerte de tener una maravillosa pareja, que es mi referente, mi apoyo y de paso, ciclista empedernido de toda la vida, que cuando me vio buscando en internet videos de yoga y cosas así para hacer en el parque, me dijo: “Tengo una bici que puedo adaptar a tu medida, si quieres te la arreglo y salimos juntos para que pruebes si te mola, quien sabe... ¡Quizás hasta le tomes el gusto y termines pillándote una bici!”. Yo, que me apunto hasta a un bombardeo, le dije que sí encantada... Al final, ¿qué podía perder?

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Tengo que confesar que me daba miedo el salir a la carretera en una bici, por la sensación de indefensión que conlleva, la ropa ciclista es incapaz de protegerte en una caída y ni hablar del sustillo que da el tráfico de la vía cuando pasan a tu lado, aunque al ser yo una chica motera de toda la vida, eso lo tengo un poco más controlado.

El caso es que cuando mi nueva bici estuvo a punto, nos fuimos a rodar un rato, durante la primera hora en la bici me sentí libre. Era impresionante la sensación de contacto con el entorno, con la carretera y el paisaje; de repente vi a unos conejos salir corriendo para esconderse cuando pasábamos junto a ellos, quedé enamorada de sus patitas veloces alejándose de mis dos ruedas, todo para mí era nuevo y maravilloso, era de lo mejor que me había pasado en mucho tiempo.

Al poco tiempo llegó el cansancio, el tío del mazo como le llaman, con apenas 20 kilómetros ya estaba muerta, no tenía nada de fondo. Es que el sufrimiento sobre esa pequeñaja de dos ruedas está a la orden del día. Empecé a agobiarme mucho y me planteé dejar de pedalear ahí mismo, entonces con paciencia mi chico me dijo que, si superaba el mal rato inicial, iba a descubrir un mundo fascinante que te regala mucho a pesar de todo lo que te hace sufrir.

Como no soy cobarde me calmé, me reté a mí misma y me dije que sí podía continuar porque ya estaba en ello, no podía abandonar y porque al final del agobio estaba ese flechazo inicial al que me aferraba para no echar el pie a tierra.

Luego y como es de imaginar, el dolor y las agujetas no se hicieron esperar, al fin y al cabo, ¡es lo que sucede con la bici! Pero seguí saliendo gracias a ese apoyo tan grande en casa, primero en carretera con mi bici, también en nuestro tándem y luego empecé en montaña. Cada vez era más y más el enganche que se me estaba creando por el ciclismo, porque es una cosa muy bonita eso de superar de uno en uno tus miedos e ir palpando tus progresos gracias a la constancia.

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Un día mi chico encuentra en internet una quedada de las chicas de Altratran Bike en San Fernando y me dice que me apunte, que seguro me gustará compartir con otras ciclistas mi gusto por la bici. Me pareció un super plan, me apunté y me quedé esperando el día de la salida con muchas expectativas y nervios porque no había salido antes con chicas.

La tarde de la quedada fue fantástica. Quedé enganchada del buen rollo de las compañeras, de la dedicación de las lideres al grupo, de la motivación que entre todas se transmitían y sobre todo de la apertura del grupo a permitir en sus salidas a nuestras parejas e hijos, de integrarlos y de hacer entre todos una gran familia, es que… ¡son maravillosas las quedadas de Women in Bike para plan de fin de semana! Así que continuamos saliendo con la grupeta con mucha frecuencia, al punto de que casi habíamos cambiado las rutas de finde en moto por las de bici. 

Una mañana de domingo en una de nuestras salidas, mi líder Vicky me propone hacer el curso de líder para guiar mis propias rutas de carretera, que nuestro Altrantran nos va creciendo y que así tendríamos más opciones para organizar quedadas y darles una alternativa interesante a las chicas que salen solas por carretera en nuestra localidad que es San Fernando. Me pareció una buena idea y así lo hice.

Ahora, al salir con las chicas en mis propias quedadas me siento mucho más feliz sobre la bici. Entre todas compartimos enseñanzas muy valiosas, vamos aprendiendo juntas muchas cosas, como por ejemplo a controlar nuestra mente cuando las fuerzas fallan o a ir superando barreras mentales junto con miedos antiguos. Además de que me encanta recibir el cariño de cada una de ellas, intento estar a su lado tanto en las rutas de iniciación como en las rutas moderadas, apoyándolas en las subidas duras o en las bajadas técnicas, les voy transmitiendo lo poco o mucho que he ido aprendiendo en este corto viaje. También debo decir que la bici, mi cuerpo y mi cintura la van agradeciendo ja ja ja.

En estos tres años también he tenido la oportunidad de demostrarme a mi misma lo que he ido logrando al hacer marchas de carretera con más de 100 kilómetros. También de correr y ganar algunas carreras en bici de montaña, así que he disfrutado además de las mieles de subirme a un podio. Mi familia se asombra de mis logros y los celebra, me apoyan mucho y me animan. ¡Es que mi empeño de crecer y mejorar en la bici es grande! Primero porque me apetece, porque me hace creer en mí y luego porque me demuestra que puedo lograr los sueños que se gestan en mi mente y que mis piernas me pueden llevar a conseguirlos si me esfuerzo en ello.

¡Y aquí estoy! Contando una historia de amor por la bici y dolor en las piernas, de risas, caídas, sueños y alegrías, con ganas de seguir rodando junto a mis compis, de que entre todas sigamos generando y compartiendo la motivación por el cambio de los miedos por el entusiasmo en las chicas que empiezan sin importar si son mayores o jóvenes, que nos da además a todas la oportunidad de conocer a otras fantásticas líderes de este proyecto esparcidas por toda España, las cuales nos alegran y motivan cada día con sus ejemplos de constancia y dedicación enorme a hacer crecer este voluntariado. También a otras mujeres maravillosas que ya tienen más tiempo y experiencia en este mundo del ciclismo de las cuales aprendemos mucho. Y es que gracias a iniciativas como esta de Women In Bike, las chicas hemos encontrado una gran casa que nos cobija y nos brinda un apoyo gigante para que podamos transitar juntas y más seguras en esta fantástica aventura de dos ruedas que apenas empieza para muchas de nosotras.

Enhorabuena Federación Española de Ciclismo, muchas gracias por esta gran labor.

¡A seguir rodando juntas!

Venus Márquez

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